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Research Article

Violencias, discriminaciones y experiencias políticas entrecruzadas. Una aproximación parcial al caso de personas negras y afrodescendientes disidentes del orden de género y de la heteronormatividad en Colombia

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Resumen

En este artículo se analizan las relaciones entrecruzadas entre género, sexualidad y raza en las experiencias políticas y las existencias cotidianas de personas negras y afrodescendientes disidentes de las normas hegemónicas del género y la heteronormatividad, a través de información de distintas ciudades colombianas, en el marco de una colaboración con la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas (CNOA). En el trabajo se hace una caracterización general del grupo entrevistado, haciendo particular énfasis en cuestiones raciales y de sexualidad. Se describen y comentan experiencias relacionadas con violencias y discriminación racista y sexista en el ámbito público, laboral y familiar. Así mismo, se explora la forma como las personas responden a esas experiencias de discriminación y violencia. En el documento son expuestas algunas tensiones sobre el accionar político del movimiento de disidencias sexuales y de género y el movimiento afrocolombiano, y la forma como las personas se relacionan con las agendas de estos movimientos. Presto particular atención a la forma como las y los sujetos producen conocimiento (explicaciones, tesis, teorías, etc.) sobre su mundo, en particular la apuesta por una perspectiva entrecruzada para entender sus vidas y para actuar políticamente.

Introducción

Este trabajo quiere contribuir a la tarea de incluir las relaciones raciales en la comprensión de la situación social de las personas con sexualidades e identidades de género disidentes en Colombia. Esta perspectiva implica entender que los problemas de discriminación y de violencia de lesbianas, gais, bisexuales, personas trans y de otras personas no conformes con el género y la sexualidad normativa que pasan por procesos de subalternización en el orden racial no pueden ser entendidos solo desde las categorías de género y sexualidad. Esta aproximación implica comprender la forma como se interrelacionan los órdenes del género, la sexualidad y la raza para producir dominación y violencia, al tiempo de considerar que las existencias de las personas y sus apuestas políticas se ubican en esos diferentes órdenes de poder.Footnote1

Esta forma entrecruzada de pensar y de actuar interpela dos espacios políticos, en primer lugar, las políticas públicas, en el sentido de proponer que las acciones de política social actúen de forma más relacional y compleja y no solo de forma poblacional y compartimentada (Esguerra and Alanis Bello Citation2014; Gil Citation2011). El otro espacio que quisiera tensionar es el movimiento de disidencias sexuales y de género (o LGBTIQ+),Footnote2 en el sentido de hacerle preguntas a un movimiento que aparentemente ‘no tiene color’ (Gil Citation2018b) y en un contexto mestizo donde la discusión sobre lo racial y su distinción analítica de la etnicidad no tendrían aún suficiente legitimidad o pertinencia (Barbary and Urrea Citation2004; Wade Citation1997).

Esta es una perspectiva con pocos antecedentes, aunque con interés creciente. Desde el contexto académico tenemos los trabajos pioneros de Díaz (Citation2006a, Citation2006b) y los míos (Gil Citation2008, Citation2012), que en sus inicios fueron el fruto de un trabajo colaborativo con la activista trans Samantha Palacios y que reunió en el 2005 en la ciudad de Bogotá a un grupo de personas afrodescendientes y negras, en este caso hombres gais y bisexuales, y mujeres trans, para reflexionar sobre nuestras experiencias cruzadas en el orden sexual y racial.

Más recientemente, en el año 2019, las organizaciones Caribe Afirmativo y Colombia Diversa lanzaron el informe ‘¡Es Hora! Investigación de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de personas afrodescendientes e indígenas LGBT, en cinco municipios de Colombia’ (Caribe Afirmativo and Diversa Citation2019). Este trabajo muestra la voluntad de algunos sectores por incorporar estas perspectivas.

Espacios del movimiento negro y afrocolombianoFootnote3 han incorporado cuestiones de género gracias a interpelaciones feministas en sus procesos. En todo caso, desde mi punto de vista, la politización de la sexualidad no ocupa aún un lugar destacado en la agenda del movimiento afrocolombiano. Es posible que haya más experiencias concretas, pero quisiera destacar el trabajo realizado por la CNOA en la tarea de incorporar temas de sexualidad e identidad de género y aportar en procesos que acerquen los movimientos afrocolombianos a los movimientos de disidencias sexuales y de género.

Metodología y perfiles sociales

El trabajo de campo incluyó la realización de entrevistas semiestructuradas, grupos focales y observaciones en campo. El alcance de los instrumentos cualitativos usados es limitado. Los resultados permiten dar cuenta de situaciones en algunas ciudades y regiones que podrían contribuir a la tarea de tener un panorama nacional mediante una metodología más exhaustiva, una muestra más grande y una representación mayor de ciudades y regiones.

Se realizaron 23 entrevistas en las ciudades de Quibdó, Riohacha, Medellín y CartagenaFootnote4. La guía de entrevista recogió información general demográfica, además de abordar vulneraciones de derechos en los ámbitos laboral, público, de la salud y la educación, aunque en este artículo no serán abordados todos.

Para profundizar en algunas cuestiones fue realizado un grupo focal en CartagenaFootnote5. Este grupo estuvo compuesto por 7 personas autodeclaradas como negras o afrodescendientes entre los 23 y 27 años y que se ubicaban a sí mismas como personas disidentes del género y la sexualidad heteronormativa. Todos los integrantes del grupo focal tenían nivel de estudio universitario, cinco graduados y dos aún estudiando. Todas las personas que participaron son residentes de sectores populares.

Como se ve en la y la , el grupo más grande de entrevistados es de Cartagena y un municipio de Bolívar que suman 10. Le sigue el grupo de nacidos en los departamentos de La Guajira y Cesar que son 5, 4 del Chocó, 3 de Antioquia y 1 de Cali.

Table 1. Participantes grupo focal Cartagena.

Table 2. Información General del grupo de personas entrevistadas.

El grupo de entrevistados es relativamente joven teniendo a 12 personas entre los 18 y 25 años y 4 entre los 26 y 30 años. Entre 31 y 35 tenemos 2 personas, mientras 5 son mayores de 36 años. La menor es una mujer trans con 18 años y el mayor un hombre homosexual de 45 años (cf. ).

En relación con la identidad de género, el grupo de entrevistados está compuesto por 13 hombres y 10 mujeres (7 de ellas personas trans). Cabe decir que entre quienes se identificaron como hombres, uno de ellos es transformista,Footnote6 otros dos han realizado procesos de hormonización en algún momento de su vida y otro más tiene curiosidad de explorar en relación con su identidad de género. En el grupo no hubo ningún hombre trans.

Sobre la orientación sexual, las personas reportaron las siguientes categorías: 10 homosexuales, 8 gais, 2 heterosexuales, 1 lesbiana y 2 personas se identificaron con la categoría ‘queer’ o manifestaron tener problemas con definirse en etiquetas, esto es más frecuente en las mujeres que en su mayoría provenían de espacios feministas.

En cuanto a las condiciones de vida cabe resaltar que el grupo reporta vivir mayoritariamente en barrios de estratos 1, 2 y 3 (7, 6 y 9 personas, respectivamente). Solo uno de los entrevistados vive en estrato 4Footnote7. La mayoría vive en casa propia (13) y el resto en arriendo (10). Al preguntarles sobre cómo consideraban su situación económica actual solo 5 personas contestaron que era buena, 11 regular, 6 mala y 1 muy mala. En este último grupo (mala y muy mala) se encuentra un hombre gay. Solo una de las mujeres trans respondió que era buena, y las demás respondieron que su situación era regular (3) o mala (3).

Con excepción de uno de los entrevistados, todos están afiliados a la salud, la mayoría en régimen subsidiado (15) y el resto en contributivo (8). De este grupo solo 7 personas cotizan a pensión. 14 personas del grupo de entrevistados están en niveles medios y altos de educación: 4 técnicos, 4 están actualmente en la universidad, 5 son graduados de pregrado y 1 de posgrado. En los niveles educativos más bajos encontramos 4 con secundaria completa, 2 con secundaria incompleta y 3 con primaria incompleta.

Todos los casos de primaria y secundaria incompletos son de mujeres trans. En el caso de las mujeres trans, todas interrumpieron sus estudios por situaciones de discriminación por identidad de género. En el nivel de secundaria completa todos son hombres gais. En el nivel más alto, posgrado, hay uno de cada subgrupo; lesbiana, gay y mujer trans. Los profesionales graduados son 4 hombres gais y una mujer lesbiana. Hay una mujer trans con estudios técnicos y dos más que están actualmente realizando estudios universitarios; cabe decir que ellas tienen un perfil particular, ya que hacen parte de organizaciones sociales.

En relación con la identidad étnico-racial, las categorías usadas por las y los entrevistados fueron: negro(a) 7 y afrocolombiano(a) 7, seguida de afro 5, y afrodescendiente 4. No se identifica ningún patrón claro respecto al nivel educativo o estrato en el uso de estas categorías. Todas las personas que se identificaron como negras pertenecen a la Costa Caribe, excepto una antioqueña. La mayoría son de Cartagena. Así también ninguna persona de la región pacífica usó esta categoría.

El cabello es un elemento fundamental en la percepción fenotípica y en la visibilidad pública. La forma de llevarlo e intervenirlo es también un signo importante de procesos que las personas llevan a cabo en relación con su identidad étnica o racial. La observación mayoritaria en relación con el cabello fue el alisado (8), 5 mujeres trans y 3 hombres gais. El afro fue identificado en 2 hombres gais, 2 mujeres queer, 1 mujer lesbiana y una mujer trans. 6 hombres gais estaban rapados. Una mujer queer y una trans usaban su cabello natural rizado, y los casos restantes fueron trenzadas o sin ninguna observación particular.

La mayoría de entrevistados (17 personas) reporta estar vinculado a una organización social. Seis personas hacen parte de organizaciones de disidencias sexuales y de género, dos de organizaciones afrocolombianas, y nueve reportan pertenecer a organizaciones que tienen un trabajo en ambos campos. Algunas personas son reconocidas como líderes comunitarios, particularmente por su trabajo en el área de la danza o de la producción cultural. Esta especificidad es un límite de los hallazgos en relación con la posibilidad de hacer generalizaciones, pues el método de búsqueda de las personas se hizo en el marco de una red de organizaciones afro o de disidencias sexuales y de género activadas en cada ciudad. Pero esta especificidad del grupo da un carácter más grave a los datos sobre violencia y discriminación recopilados, porque estamos hablando de que buena parte del grupo son personas que conocen sobre derechos y tendrían redes de apoyo o institucionales.

No ahondaré en este texto en una cuestión que es crucial para el contexto colombiano y que tiene que ver con la guerra y sus dimensiones racistas y heteronormativas (ver p.e. Centro Nacional de Memoria Histórica Citation2015). Pero para terminar esta caracterización es importante mencionar que tres personas del grupo de entrevistados sufrieron desplazamiento forzado, dos mujeres trans (aunque en el momento del desplazamiento una de ellas no había empezado como tal su tránsito de género) y una mujer lesbiana. Todos sufrieron amenazas de grupos armados por su orientación sexual o identidad de género.

Resultados

Relaciones familiares

El grupo en general está conformado por personas solteras, y solo dos están en unión libre: una mujer lesbiana y una mujer trans. De las 21 personas solteras, 5 manifestaron estar en una relación de noviazgo: 2 mujeres queer, 2 hombres gay y una mujer trans.

2 mujeres trans, 2 hombres gais y una mujer lesbiana tienen hijos, todos con uno, excepto la mujer lesbiana que tiene 7 hijos. Tanto esta última mujer como uno de los hombres gay viven con sus hijos. Los dos hombres gais que son padres han tenido problemas en relación con su derecho a ejercer la paternidad. En el caso del que vive con su hija, tuvo al inicio problemas con la mamá de la menor, pero finalmente él consiguió tener a su hija bajo su cuidado.

En otro caso las dificultades continuaron y el padre gay no vió a su hijo durante dos años dado que la mamá tiene ‘miedo que tenga un papá gay’ (hombre gay, La Guajira, comm. per., 28 de abril de 2019) y que por esta razón el niño ‘se convierta en gay.’

Un grupo de entrevistados identifica como buena la relación con su familia sin reportar conflictos e incluso aludiendo a una relación muy positiva, particularmente con sus mamás (7 casos). Otro grupo está en una situación intermedia. Algunos tuvieron problemas en el pasado que luego se solucionaron, pero que fueron motivo incluso de agresiones (11 casos). Varias de estas personas tuvieron que hacer un largo proceso de pedagogía con su familia que en algunos casos dio efectos positivos.

Tener una situación tranquila con la familia no significa una desaparición de la discriminación; muchas veces esas negociaciones de aceptación pasan por exigir comportamientos específicos de género u ocultar su orientación sexual a otros familiares y vecinos. Algunos incluso debieron moderar su comportamiento o adaptarse a normalizaciones impuestas por sus familias para ser aceptados como es el caso de algunos hombres gais: como masculinizarse, ser ‘serios,’ y dar la tranquilidad a su familia de que no van a ‘cambiar su género,’ que al parecer ocupa un alto nivel de ansiedad dentro de las familias.

Dentro de estas situaciones es frecuente que algunos familiares los acepten mientras otros no, incluso no les hablan o los han insultado, especialmente cuando son hombres: los tíos, el papá u otros hermanos. Algunos, que tienen familias ‘muy religiosas,’ también reportan algunos problemas.

Un joven de Cartagena relataba que tenía muy buena relación con su familia. Su madre no solo lo apoyaba, sino que le gustaba conocer sus parejas, a quienes los ‘quería como a sus hijos.’ Sin embargo, esta situación no lo preservó de conflictos y expresiones de violencia, en este caso con un tío paterno.

Una mujer trans manifestó que siempre ha sido tranquila la relación con su mamá con respecto a su identidad de género, pero no así con su abuela en la infancia y con sus tíos después. Además, un hombre gay reportó que una tía intentó ‘curarlo’ llevándolo a un especialista sin su consentimiento.

4 casos representaron los que más tuvieron problemas con la familia de origen: una mujer trans y tres hombres gais. La experiencia común es la expulsión del entorno familiar cuando eran más jóvenes, situación que los expuso a diferentes riesgos por perder redes de apoyo. Dentro de estos riesgos se encuentran la posibilidad de quedarse sin domicilio o de prostituirse como recurso de sobrevivencia más disponible, dos circunstancias que conllevan amenazas a la integridad personal. Un caso como este fue el de un joven en una ciudad de La Guajira que cuando su familia descubrió su orientación sexual a los 18 años le quitaron el apoyo familiar, lo echaron de la casa y tuvo que dejar la universidad. Este joven estuvo viviendo de forma consecutiva en casas de amigos, y tal como él lo manifestó se vio forzado a prostituirse ya que no tenía otra alternativa de tener ingresos. Por el ejercicio de la prostitución tuvo dos episodios en que experimentó agresiones físicas y en las que estuvo en riesgo su vida. Algunos se han alejado de la familia o salido muy jóvenes de su casa a causa de conflictos en relación con su orientación sexual, mezclados con otros conflictos familiares.

Discriminación Y agresiones en el espacio público

Si bien este trabajo busca, desde una perspectiva relacional, tratar de entender las relaciones entrecruzadas entre género, sexualidad y raza, los resultados del trabajo de campo reportan una relación estrecha entre género y sexualidad, y una frecuente compartimentación de la sexualidad y el género frente a la raza, a la hora de describir las situaciones de discriminación.

Es importante tener en cuenta que la diferencia en la percepción de la discriminación muchas veces tiene que ver con los grados de exposición-publicidad de los atributos de género, raza o etnicidad. Así pues, las personas trans tienen un mayor grado de exposición y perciben más experiencias de agresión relacionadas con la identidad de género, mientras gais y lesbianas reportan menos, dado que la ‘orientación sexual’ no es un atributo público evidente. Las personas se exponen más a situaciones si manifiestan afecto en público, si tienen parejas conocidas por la comunidad o si desempeñan performance de género que se distancian de su atribución de sexo. Al contrario, pueden ser objeto de menos violencia si ‘son reservados o serios’ o si mantienen su orientación sexual oculta. Estos comportamientos son estrategias de sobrevivencia que las personas despliegan según el contexto y su fortaleza síquica. De hecho, este último grupo de ‘reservados’ no están totalmente preservados de ser violentados, y esa normalización tiene fuertes consecuencias en la subjetividad y la salud mental.

Así también, en relación con lo racial, las personas negras más oscuras o que corporalmente están más marcadas étnica o racialmente, por ejemplo, por el pelo o por el uso de ‘ropa étnica,’ están más expuestas a experiencias de discriminación. Esta cuestión es clara en un entrevistado que describía el cambio de su situación cuando está rapado de cuando ha usado cabello afro o trenzas, o cuando usa ropa ‘vistosa’ o ‘étnica.’

El ámbito público es la dimensión en la cual el grupo reportó más experiencias de discriminación. Algunas personas entrevistadas incluso reflexionan que la situación es constante y hace parte de la vida de una persona sexualmente diversa. Esto debe sopesarse con especial atención porque muestra una hostilidad constante en algunos contextos que, aunque algunos dicen que no le prestan atención, otros mencionan el impacto de esta hostilidad cotidiana en la subjetividad.

Muchas veces, yo creo que a uno como homosexual no se le acaba el tiempo ni el ciclo de discriminación. Siempre va a ver un lugar donde no vas a ser aceptado, donde la gente te va a ver mal, donde tu estilo de vida o tu forma de ser no encaja con los estereotipos que ellos tienen proyectados. Yo pienso que día a día uno sufre discriminación como LGBT, en la calle, en todo. Afortunadamente en mi espacio académico no. (Hombre gay, La Guajira, comm. per., 28 de abril de 2019)

El entrevistado que hace esta reflexión muestra que el hecho de ser activista no lo blinda de la violencia sicológica que produce esta hostilidad en el espacio público, y se cuestionaba por qué siendo activista no tenía los recursos emocionales suficientes para enfrentar esa situación.

17 entrevistados reportaron diversas agresiones y situaciones de discriminación, de las cuales 10 reportaron más de una. La mayoría se referían a insultos en la calle, y en menor medida a agresiones físicas. Uno de los hombres gais manifestó que esto se hace más presente si hay un performance más femenino o si están acompañados por mujeres trans.

Casi siempre en estas situaciones acudir a una autoridad como la policía sirve de poco porque no hacen nada o ellos mismos contribuyen a las agresiones, cuando no son los autores directos de la situación (Brigeiro, Castillo, and Murad Citation2009; Dirección de Diversidad Sexual Citation2015; Secretaría de Planeación Distrital y Econometría Citation2010).

La policía muchas veces con sus prácticas de control del espacio público, si bien puede no realizar actos concretos de violencia o detenciones arbitrarias por prejuicio, generan el efecto de restringir la circulación de las personas y, aprovechándose de su lugar de autoridad, en ocasiones exponen argumentos que incluso van en contra del orden jurídico.

Estaba con otro amigo gay en un parque del barrio El Socorro y la policía nos mandó a que nos fuéramos por ser homosexuales, sin estar haciendo nada. (Hombre gay Bolívar, comm. per., 8 de junio de 2019)

Uno de los jóvenes de Cartagena manifestaba que la burla en los barrios periféricos es una constante: ‘es usual la papayera’ (Hombre gay Bolívar, comm. per., 8 de junio de 2019), que es ese comportamiento en público de acoso y burla que generalmente hacen grupos de hombres que incluye insultos, chiflidos, tocamientos y a veces amenazas. Este es otro tipo de acción cotidiana que hace que las personas no puedan circular con libertad y tranquilidad en el espacio público y que se naturalice la idea de que deben circular en la noche, lejos de las familias y los niños, y que no pueden estar con sus parejas en la calle.

Me encontraba departiendo con unas amigas; estaba trepada, me veía bella, con unas sandalias y una blusa escotada. Se nos acercó un carro colectivo. En ese carro venían muchos hombres que me gritaron muchas cosas feas. No se conformaron con los gritos; se bajaron del vehículo unos niños con cuchillos y nos persiguieron por varios minutos, y nos salvaron unos amigos del barrio. (Mujer trans, Bolívar, comm. per., 24 de junio de 2019)

En una de las estaciones del metro de Medellín, un día estando con mi pareja nos dimos un beso y la policía nos expulsó por actos indebidos, ya que en ese lugar público asisten niños y niñas y no pueden ver dos mujeres besándose en la boca. (Mujer lesbiana, Antioquia, comm. per., 14 de agosto de 2019)

El chico me tomó por el brazo y me pegó una nalgada y después me tiró al piso y me pegó una patada. No puse la denuncia por el prontuario de él, es un bandido. Temía por mi vida. (hombre gay, Bolívar, comm. per., 8 de junio de 2019)

Otra situación de restricción espacial tiene que ver con la prohibición explícita de entrar a establecimientos de consumo. Incluso los bares gay pueden ser restrictivos para algunos cuerpos racializados y para algunas expresiones de género, como las que encarnan las personas trans.

En relación con violencia física, un hombre gay en la ciudad de Riohacha reportó que le fue arrojada una botella en la cabeza por ser gay, y una mujer trans describió cómo fue apedreada por niños en un barrio en Quibdó.

Finalmente, cabe mencionar que en confrontaciones o riñas es común que insultos referidos a la orientación sexual o la identidad de género aparezcan, o se usen como una justificación de la violencia que se ejerce. Esto es particular para las mujeres trans que ejercen su trabajo en la calle.

Tres de las situaciones aquí relatadas fueron denunciadas ante autoridades, sin ningún resultado. El nivel de denuncia es muy bajo y existe una gran desconfianza en servidores públicos como la policía y en las instituciones de justicia. A veces las personas no consideran que sea importante hacerlo y generalmente aminoran la gravedad del evento o recalcan que denunciar no sirve de nada.

En relación con experiencias de discriminación racial en el ámbito público, 8 personas reportaron experiencias y cuatro de ellas reportaron varias. Las personas reportan miradas que les incomodan y comentarios en la calle en torno a su aspecto y su cabello; esto está especialmente presente para las mujeres y más si usan afro o algún peinado étnico.

Empecé a hacerme trenzas hace 4 años, en el mes de febrero. En Cartagena se celebran las fiestas de independencia en el mes de noviembre. Me gritaban en la calle: ‘Estás loca, ¿y ese pelo?, ¿no estamos en noviembre?’ (Mujer queer, Bolívar, comm. per., 15 de julio de 2019)

Comentario[s] racistas en el espacio público por tu pelo, como por ejemplo: ‘¿Te doy para el aliser?,’ ‘¿Y ese pelo?, péinate, cabeza e’soco’Footnote8. Una vez un vecino me mandó a peinarme. (Mujer queer, Bolívar, comm. per., 15 de julio de 2019)

Es que la mayoría de las agresiones que tuve fueron cuando fui reina, porque estaba más expuesta, porque llevaba el título que era la reina de los gais y al ser eso te identifican enseguida, ‘esa es la reina de los maricas, estamos en Cartagena, pero miren si la reina de los maricas es una negra, mierda marica y negra … mierda, pero la reina de las maricas es marica, negra y es puta.’ (Mujer trans, Bolívar, comm. per., 24 de junio de 2019)

Como ha sido evidenciado en otros trabajos sobre racismo, el ámbito del consumo es un espacio en el cual las personas negras experimentan discriminación que se expresa en malas atenciones por parte del personal, criminalización (en el sentido de suponer que son ladrones, por ejemplo) (Gil Citation2015) y en algunos establecimientos como discotecas, bares o restaurantes no les permiten la entrada (Gil Citation2008). Estos actos racistas casi nunca son explícitos, sino que se hacen justificando políticas abstractas sobre el ingreso o normas sobre la apariencia personal que casi siempre remiten a representaciones de clase y raza (Gil Citation2008). Algunos testimonios al respecto son los siguientes:

Me encontraba en una reunión con varias organizaciones LGBTI en Bogotá y el mesero fue despectivo al momento de la atención del servicio, y fue evidente porque [eramos] varias personas y yo era la única negra. (mujer trans, Chocó, comm. per., 4 de agosto de 2019)

Yo estaba una vez en el Festival de Cine [de Cartagena] y había una invitación a un evento social, y en ese evento social no se me atendía y [muchos] no se me acercaban—hasta los mismos meseros comenzaron a pasar comidas y pasabocas delante de mí y no me atendían. A lo último yo comencé a preguntarles que por qué no me atendían y ellos me dijeron que no pensaban que yo era invitado. (Hombre gay, Bolívar comm. per., 8 de junio de 2019)

Yo soy bailarín desde hace 15 años, he recorrido medio mundo y en muchos lugares de este estado colombiano lo rechazan a uno por ser negro. Con decirte que una vez nos rechazaron el registro en un hotel porque en el grupo hay personas de color, pero yo soy el más oscuro. A mí no me aceptaban en un hotel por ser negro. Me pasó en Chiquinquirá. No te dicen no por negro, pero te dan tanto rodeo, que las reglas del hotel, es por mi color, ‘me sollo’Footnote9 y digo mi poco de groserías y chao. (Hombre gay, Cesar comm. per., 28 de abril de 2019)

Sobre este último relato quiero enunciar dos cuestiones: una que ya había mencionado sobre la forma velada e indirecta en que se ejecutan estas acciones racistas, que el entrevistado entiende muy bien. La otra se relaciona con que relata sus experiencias de racismo en circunstancias fuera del país o fuera de su región (Cesar y La Guajira). Como lo analizan otros trabajos la migración es una experiencia clave en los procesos de racialización y de racismo (Viveros and Gil Citation2010). Muchas personas experimentan estas experiencias racistas cuando viajan o migran a la zona andina que se supone menos negra y más mestiza. La experiencia de viajar fuera del país también pone de presente a la persona unas circunstancias particulares sobre su autopercepción como persona negra, especialmente en contextos dónde no hay, o es poco visible el elemento negro.

[Cuando estuve en Perú] no me dejaban entrar a un restaurante, por ser negro, por políticas del restaurante. Y que por el cabello no podría entrar al restaurante. Yo tenía afro, me hacía rastas y trenzas, usaba turbantes, vestía con ropa colorida, como de africano. Yo era negro, negro. (hombre gay, Cesar, comm. per., 28 de abril de 2019)

Pero esta experiencia racializada del espacio funciona también en la escala local con una pauta más marcada por la clase. El caso de Cartagena es paradigmático al respecto: cuando las personas negras salen de sus barrios y transitan por el centro en la zona turística o en zonas de clases medias y altas están expuestas a situaciones de discriminaciónFootnote10.

Esta segregación del espacio urbano que comparten personas negras en general, sean heterosexuales, bisexuales u homosexuales, quizá tenga un sentido aumentado para personas que performan corporalidades por fuera de las normas de género hegemónicas.

Exclusiones en el ámbito laboral

Del grupo de entrevistados solo siete personas tienen un empleo fijo en una entidad pública o privada (cf.la ). En todos los casos son personas con nivel educativo superior, técnico, profesional y con posgrado. Dos docentes, uno de ellos universitario, tres personas que trabajan en instituciones del estado, una en una ONG y otro como auxiliar administrativo en una empresa privada. En todos los casos se trata de hombres gais y de mujeres lesbianas.

Table 3. Ocupaciones y nivel educativo.

La mayoría de las y los entrevistadas/os trabajan por su cuenta, 6 en estilismo, dos de ellas tienen salón de belleza, y dos en trabajo doméstico (una de ellas combinándolo con estilismo de forma informal). Tres entrevistadas ejercen prostitución; en todos los casos se trata de mujeres trans, una de ellas lo combina con ventas ambulantes, otra tiene negocios y arriendos y ejerce prostitución por fuera del país.

Una mujer lesbiana y tres hombres gais tienen emprendimientos artísticos por su cuenta, ellos en danza y ella en artes varias. Uno de ellos combina su oficio en danza con diseño y tatuaje. Dos manifestaron estar desempleados y una solo estudiando.

Sobre el desempeño en el área artística cabe hacer varios comentarios. Es un área que los conecta de forma particular con sus comunidades, y les da un liderazgo y reconocimiento social. Dentro de estas actividades encontramos la dirección y formación en danza con niños y jóvenes o la participación en eventos como los carnavales o las fiestas tradicionales de las ciudades donde viven. Un ejemplo de esto es la participación en los desfiles de las fiestas de San Pacho, tarea que es un antecedente fundamental de una organización como Ébano Diverso en Quibdó, y que muestra la importancia que ha tenido la inclusión en estos espacios de mujeres trans, y de hombres gais transformistas o que están en el ámbito laboral del estilismo.

En el grupo de personas entrevistadas 10 personas reportaron alguna experiencia de discriminación en el ámbito laboral por orientación sexual e identidad de género, y 4 de ellas reportaron varias experiencias. Solo 4 reportaron experiencias de discriminación racial en este ámbito. En general, la discriminación por orientación sexual e identidad de género es más reportada que la racial.

Es importante recordar que la mayoría no tienen un trabajo estable, trabajan por su cuenta, están en trabajos informales o son muy jóvenes y no tienen independencia económica. Estas características ya son un dato en sí mismas, en el sentido de que no reportar tantas experiencias de discriminación laboral obedece a que no circulen en el mercado formal.

La discriminación en relación con la orientación sexual y la identidad de género incluye desde una docente que perdió su empleo, pasando por insultos en espacios laborales referidos a la orientación sexual, hasta tensiones de las mujeres trans con establecimientos del gremio de los trabajos de cuidado asociados a la belleza.

Laboraba como docente de un establecimiento educativo público, y llegó un rector con ideología cristiana evangélica. Cuando se enteró que yo era una mujer lesbiana me empezó a hacer la vida imposible, cuestión que duró todo el año y al finalizar el año escolar fui suspendida de mis labores. (mujer lesbiana, Antioquia comm. per., 14 de agosto de 2019)

Una de las mujeres trans comentaba que fue expulsada de un empleo por su identidad de género. El rechazo que experimentó constantemente en el mercado laboral formal hizo que buscara la alternativa de realizar ventas ambulantes en la calle y ejercer la prostitución. Una de las mujeres trans manifestó que algunos clientes no quieren ser atendidos por ella.

Algunas personas no les gusta cortarse el pelo con una mujer trans. Damas, caballeros, se les respeta. Igual allá afuera dice [su nombre] estilista, muchos me conocen, pero ayer una preguntó: ‘¿Y eres tú la que atiende?’ Yo le respondí, ‘sí.’ [A lo cual ella contesto]: ‘Ah bueno entonces vuelvo después.’ (mujer trans, Cesar, comm. per., 28 de abril de 2019)

Si bien antes mencionamos el ámbito de las artes y la cultura, y particularmente la danza, como un ámbito de integración y oportunidad, también estos espacios traen experiencias de discriminación. Uno de los hombres gay que es bailarín habló de lo común que era que los directores de los grupos de danza, incluso a veces siendo ellos mismos gais, exigieran a los bailarines hombres performances de masculinidad normativos. Estos directores prefieren a los chicos más masculinos y no es posible hacer carrera siendo ‘demasiado femenino.’ Otro de los hombres gais que están en este ámbito hizo varias alusiones al respecto e insistía en lo importante que era ser ‘serio’ para que las familias estén tranquilas cuando dejan sus hijos en sus grupos de danza.

En el ámbito de la danza sí he sufrido discriminación. En una de las compañías o corporaciones donde estuve bailando, el director, que además es una persona también gay—no sé si reconocida, porque no sé si se reconoce, aunque tiene su pareja, viven juntos y todo—no acepta las conductas; como él lo llama ‘los amaneramientos’ que tenemos algunas personas de manera natural, porque es algo que no se pude controlar. Entonces a él como que le choca [y] las personas deben ser reservadas, dentro de lo que él llama. Tuvimos problemas porque yo le dije que no, que yo no podía ser una copia de él, porque él vivió una época distinta. (Hombre gay, Bolívar comm. per., 8 de junio de 2019)

En relación con racismo en el ámbito laboral las referencias son menos, tres experiencias reportadas por hombres gais.

Discusión

Reflexiones y experiencias entrecruzadas

Hice referencia a una cierta compartimentación percibida entre género y sexualidad, por un lado, y raza, por otro, y que incluso las personas reconocen más el sexismo y la heteronormatividad que el racismo en sus experiencias. Pero avanzando las conversaciones ese binario explotó: en buena parte de las experiencias de violencia y exclusión la distinción entre esos órdenes de poder es más un ejercicio analítico ya que en la vida de las personas aquí consideradas esas cuestiones se expresan de forma combinada:

Yo leía sobre una chica trans que aparte de trans era negra, realmente negra y era pobre, entonces ella decía ‘me resulta difícil salir a la calle y que la gente me mire, porque no me miran por trans, me miran por negra y por pobre.’ Porque eso te carga más. Porque si eres negro y tienes plata vas a saber vestirte, vas a poder gastar en tu imagen. Pero no, entonces eres negro y eres pobre. (hombre gay, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019)

Es decir, las clasificaciones que se hacen sobre las personas en la vida cotidiana y que pueden orientar una conducta hostil o discriminatoria son alimentadas por diversos órdenes de poder, así tengan una consecuencia más evidente en uno de ellos. En ese sentido, la ubicación en el orden racial es modulada por las coordenadas de género y clase. Esas clasificaciones y la combinación de estas operaciones lógicas de ubicación social son contextuales, y tal como lo advierte Luz Gabriela Arango (Citation2007), son específicas y no son estáticas, ya que pueden ser modificadas según el tiempo y el espacio.

Claramente, como las personas mismas lo evidenciaron, sus vidas no pueden ser entendidas solo desde algún orden de relaciones de poder. Las personas entienden sus vidas de forma relacional: no pueden asumir sus experiencias separando su sexualidad, su identidad de género y su pertenencia étnica y racial. Ellas se asumen como un todo.

Creo que el tema afro y LGBT acá, a nivel local de Cartagena, a pesar de ser una ciudad muy negra porque en realidad creo que 80 per cent de los cartageneros somos negros, es muy difícil. Es complejo el tema de que tú seas una persona negra y aparte de esto tengas diferencias sexuales (Mujer, sin etiquetas, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019).

Yo pienso que, si habláramos de esas cosas por separado es como si habláramos de dos personas y al referirse a una persona como afro, LGBTI o lo que sea, con lo que se identifique es la misma persona igual, y obviamente pienso yo que eso es igual y está relacionada de una u otra forma (hombre gay, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019).

Esa manera relacional de entenderse en un constante diálogo entre lo racial y lo sexual no se ve reflejado generalmente en los espacios de activismo. Las personas experimentan tensiones y exclusiones en el accionar de los movimientos de disidencias sexuales y de género y afrocolombianos (Gil Citation2008; Pinho Citation2011)Footnote11. Quienes tienen experiencias organizativas han vivido la dificultad de estar entre dos mundos que no dialogan entre sí y que no sólo no tienen sensibilidad frente a los problemas de ‘cada lado,’ sino que incluso hay expresiones de racismo en los espacios de disidencias sexuales y de género y de discriminación por prejuicio sexual y de género en los espacios del movimiento afrocolombiano. En ese sentido reflexionan sobre la necesidad de poder encontrar espacios en los que sus experiencias sean acogidas en esa complejidad:

Yo sí creo que por lo menos nosotras como mujeres disidentes o diversas […] no es lo mismo las luchas que vivimos nosotras como a la que vive la marica negra del barrio. (Mujer queer, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019)

Que no solo hay que hacer resistencia con una sola población, sino con toda en general, incluso hasta con las mismas maricas, porque ahí también los supuestos niveles y formas, y los modos de comportarse, de vestirse, de caminar y de reír, que también crean como ciertas islas de maricas dentro de la misma población. (Mujer queer, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019)

Eso es lo que ha hecho que muchas personas se dividan, [que digan] ‘mi lucha es más fuerte que la tuya’ y por eso la tengo que independizar. (Mujer sin etiqueta, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019)

Otra característica de esta tensión tiene que ver con la cotidianidad en los espacios de homosociabilidad que se ve interrumpida por el racismo. Esto particularmente se expresa en la forma como la racialización produce estereotipos que exotizan e hipersexualizan, cuestión que relaciona a los hombres negros, por ejemplo, con un repertorio particular de masculinidad y heteronormatividadFootnote12.

Esa percepción frente al hombre negro, de que tiene la tranca, lo que se va a desperdiciar o ‘todo lo que me pierdo como mujer’ que es un hombre y una ‘verga grande que se pierde.’ Eso también es algo que hace que eso se minimice del hombre afro y negro que se reconoce como homosexual. (hombre gay, grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019)

Estos estereotipos racistas ponen particularmente en jaque a las personas negras a la hora de habitar ciertos repertorios de la masculinidad o la feminidad general; pareciera que la negritud no permite habitarlas con confort. Como se vio en algunos de los ejemplos de hombres que trabajan en danza, ese trabajo/oficio representa una tensión: si por un lado les permite ser reconocidos y valorados en la comunidad, incluso como preservadores de ‘la cultura negra,’ ciertas representaciones sobre la masculinidad negra son particularmente administradas en ese campo cultural, lo que pone a los hombres negros con un performance femenino en devaluación por no corresponder con ese estereotipo de masculinidad racializada.

De otro lado, varios de las personas que aportaron a este trabajo identificaron el choque con las culturas negras locales, en las que valores tradicionales, asociados al cristianismo, producen rechazo a la diversidad sexual y de género. Incluso ciertas concepciones sobre la cultura negra producen un discurso en que consideran que la ‘homosexualidad’ es algo occidental y blanco y que no hace parte de su acervo cultural.

Aquí en Cartagena el machismo es imperdonable, y de paso que, si hablamos de la marica que es negro y pobre y vive en un barrio en el que el mototaxi lo jode, el sparring lo jode, hasta los mismos familiares de él, o sea, la aceptación aquí no la hay. (mujer queer, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019)

Una persona palenquera en un contexto donde el hombre negro es el hombre fuerte, que debe defender, que debe estar constantemente trabajando y siendo esa figura patriarcal que toda la vida te han enseñado, que es el sinónimo de libertad porque nosotros los palenqueros fuimos el primer pueblo libre de América. Y es porque el señor Benkos Biohó era un hombre macho que nos hizo liberarnos y por eso nosotros también debemos ser así. Un amigo decía ‘es muy complejo porque a mí me da mucho miedo que en mi casa de pronto me maten por yo ser homosexual,’ en mi casa me botaron de mi casa y yo pude resolver esa situación, pero de allí a que me maten … sí, por ser homosexual. Es un tema de ‘a pesar de que yo soy tu papá, no quiero ser la vergüenza de nadie y eso me hace quererte agredir.’ (hombre gay, Grupo focal Cartagena, 15 de julio de 2019)

Si bien estas experiencias hablan de las dificultades en sus comunidades, quisiera problematizar algunas de estas percepciones. Es una idea simple y muy problemática hablar de ‘cultura negra’ en singular, pero lo más problemático, y sobre todo racista, es considerar que existe una predisposición a unos modelos de género y sexualidad más restrictivos. Es una idea a la cual resistí mucho en el desarrollo de este trabajo, y que me parece importante contribuir a desmontar. Considero que buena parte de esa hostilidad atribuida viene más de la tradición cristiana que está fuertemente arraigada en nuestra cultura, que de algún ‘rasgo ancestral africano’ que de hecho, tomado en serio, podría, al contrario, contestar esa hegemoníaFootnote13.

Después de abordar estas tensiones experimentadas en estos espacios políticos y comunitarios, quisiera hacer un aporte modesto sobre la inclusión de la cuestión racial en el ámbito sexual, y a la inversa, para pensar el activismo tanto de los sectores de disidencias sexuales y de género como de los afrocolombianos y negros. Para eso acudiré a ideas muy poderosas expuestas particularmente en el grupo focal realizado en Cartagena. El grupo hizo reflexiones muy interesantes sobre cómo apostar a sentidos y prácticas políticas entrecruzadas, acompañadas de críticas sobre formas esencialistas de entender las identidades étnicas, las raciales, las sexuales y las de género, que no permiten precisamente esa visión más compleja, ni tampoco solidaridades políticas orientadas a construir agendas diversas, colaborativas y comprensivas. Como decía uno de nuestros interlocutores ‘Si somos una sola voz, el volumen es más alto.’

Las personas implicadas en esta reflexión son conscientes de que tanto sus experiencias políticas como personales en los ámbitos de la sexualidad y de la identidad de género no pueden ser entendidas sino en relación con lo racial y con la clase social, dado que esas interrelaciones son las que configuran lugares de subalternidad o que dan privilegios o ventajas a la hora de enfrentarse a experiencias de discriminación. El grupo, conformado por personas pertenecientes a barrios populares y periféricos de Cartagena, fue muy claro al describir su activismo como algo que se hacía en los barrios y con ‘su gente.’

En ese sentido, considero que sus conocimientos y experiencias se alinean con la idea de no jerarquizar esos órdenes de poder, ya que sus vidas no pueden ser mejores, solo cambiando uno de ellos. Aquí no puedo dejar de pensar en la relación entre este modo de pensar y las ideas de dos feministas negras: June Jordan y Ochy Curiel. Quisiera aquí convocar la idea de ‘justicia indivisible’ de la feminista negra, poeta, activista y escritora June Jordan, evocada por Angela Davis:

Cuando ella se encontraba con alguien que estaba dispuesto a apoyar el movimiento y las ideas antirracistas, y quizá también las estrategias antisexistas, pero que vacilaba en apoyar y expresar solidaridad con las campañas en contra de la homofobia, ella siempre afirmaba de manera tajante: ‘la justicia es indivisible. La justicia es indivisible.’ Y dado que la justicia es indivisible no puede reservarse para algunos y negársela a otros, no existen—señaló a lo largo de su vida—jerarquías en la justicia y la igualdad. Cualquiera que adopte la lucha para la justicia de una comunidad debe asumirla de la misma manera por todas las comunidades. (Davis and Dent Citation2019, 37)

Por su parte Ochy Curiel, en una provocadora entrevista que identifica los rasgos teóricos y políticos del feminismo decolonial afrodescendiente y sus diferencias con otros feminismos expone que: ‘como diría Audre Lorde: “Yo no me salvo sola.” Muchas de las feministas blancas y hegemónicas buscan empoderarse para salvarse solas, aunque vayan a marchas. Nosotras soñamos con salvar a pueblos enteros, no sólo a mujeres’ (Ibarra and Domenech Citation2022, sin página).

A este punto es importante tener en cuenta las diferencias de contexto histórico y geográfico, y los rasgos específicos de las formaciones raciales entre América Latina y los Estados Unidos, en las que ahora no me detendré, pero también es importante, simultáneamente, reconocer una experiencia más global y diaspórica que tiende vasos comunicantes entre personas negras de distintos contextos. Aquí quiero resaltar cómo la forma de pensar de las personas con las que compartí esta experiencia investigativa, sin necesariamente leer a estas autoras, se releva en las apuestas políticas que brotan de sus experiencias encarnadas y se conectan con las ideas de estas feministas y de otras pensadoras en la diáspora. Estas personas no pueden separar sus preocupaciones sobre lo racial, el género y la sexualidad, de sus barrios, de su gente, cuya subalternidad es construida en una trama compleja de relaciones de poder que no pueden ser agotadas en un solo cajón. Por eso uno de los principales cortocircuitos con ambos movimientos aparece a partir de los rasgos dominantes de políticas identitarias estrechas en las cuales no caben ni las personas, ni sus preocupaciones y apuestas políticas, ni las comunidades con las cuales están comprometidas políticamente.

Finalmente, quisiera mencionar que este ejercicio me permitió a mí mismo compartir mis propios dilemas en relación con lo que significa habitar una vida entrecruzada por la raza, la sexualidad, el género y la clase, lo que no significa aplanar las diferencias que existen entre el grupo de personas entrevistadas en su interior, y conmigo mismo, en relación con nuestros orígenes sociales y las posibilidades de entender e intervenir las consecuencias de habitar esta encrucijada.

Es importante resaltar que, a pesar de las diferentes situaciones de violencia y discriminación, las personas no son solo víctimas silentes. En primer lugar, todas ellas desarrollan una capacidad de entender su mundo, y no son inocentes frente a las experiencias racistas y sexistas, pues han aprendido, a veces a golpes, el lugar que tienen en el mundo social. Algunas de ellas con los recursos que les proporcionan esas mismas experiencias, redes sociales y políticas, conocimientos familiares, capitales culturales, experiencias de activismo, desarrollan estrategias de respuesta con diversos grados de eficacia, frente a algo que es estructural, pero que también se configura en la cotidianidad.

A este punto quisiera aclarar por qué utilizo relaciones entrecruzadas de poder, frente a otras categorías posibles, y por qué la realización de este trabajo me afirma en esta decisión. Además de ser un giño a Eshú (¡laroie!), orisha de las encrucijadas, quería introducir un ruido en la reflexión que se ha monopolizado con la categoría de ‘interseccionalidad.’ La encrucijada no es solo un cruce, es una tensión, un enredo, un problema, y no quiero con esto llamar ahora a la utilización de una categoría ‘mejor,’ sino despertar la curiosidad por conocer más sobre estas apuestas teóricas y políticas.

Es importante tener en cuenta, como nos lo recuerda Mara Viveros, que ‘este enfoque no es novedoso dentro del feminismo y, de hecho, actualmente existe un acuerdo para señalar que las teorías feministas habían abordado el problema antes de darle un nombre’ (Viveros Citation2016, 2).

Si bien hay que reconocer que la introducción del concepto en el campo jurídico estadounidense por Kimberlé Crenshaw (Citation1989), su posterior utilización en otros ámbitos y una relativa difusión en el contexto latinoamericano, provocó un interés particular por estas teorías, que es en mi opinión muy beneficioso, es fundamental tener en cuenta que la base de este modo de pensar y actuar está dispersa en una tradición más grande que también incluye el contexto latinoamericano. Esto no le quita para mí bondades al concepto, solo lo ubica de mejor manera.

En la misma tradición del feminismo negro norteamericano han sido propuestas diversas categorías que, si bien comparten un núcleo común, se diferencian en el marco de las disciplinas que se propusieron, en sus alcances estructurales o microsociales, en los fines buscados, en los géneros escritos en los que se proponen que incluyen tanto textos académicos como manifiestos (Dorlin Citation2008; Gil Citation2018a; Viveros Citation2016): ‘opresiones múltiples’ (Weathers Citation1969), ‘simultaneidad de opresiones’ y ‘opresiones eslabonadas’ (Colectiva del Río Combahee Citation1988), ‘patriarcado capitalista supremacista blanco’ (Hooks Citation2000, ‘Interseccionalidad’ (Crenshaw Citation1989), ‘matriz de dominación’, y ‘matriz de opresión’ (Hill Collins Citation2002).

En el contexto latinoamericano encontramos también: ‘la teoría de la tríada de opresiones raza-clase-género’ propuesta en la década de los sesenta por activistas e intelectuales brasileñas como ‘Thereza Santos, Lelia González, Maria Beatriz do Nascimento, Luiza Bairros, Jurema Werneck y Sueli Carneiro, entre otras’ (Viveros Citation2016, 5); ‘variables codependientes’ que Ochy Curiel reporta como una categoría usada en organizaciones de República Dominicana y por la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Caribeñas en la década del noventa (Curiel Citation2008; Ibarra and Domenech Citation2022); y ‘fusión de opresiones’ de María Lugones en la década del dos mil (Viveros Citation2016).

Abrir los diversos sentidos sobre lo que significa un análisis de los entrecruzamientos entre las relaciones de poder puede ayudar a evitar un efecto monopolizador y simplificador que una categoría como interseccionalidad, en mi opinión útil e interesante, puede tener en sus apropiaciones, especialmente cuando se hace en contextos institucionales.

Como lo analiza Mara Viveros, citando las críticas de María Lugones y Danièle KergoatFootnote14, a esta categoría: ‘La interseccionalidad estabiliza las relaciones en posiciones fijas y sectoriza las movilizaciones sociales, de la misma manera en que el discurso dominante naturaliza y encierra a los sujetos en unas identidades de alteridad preexistentes’ (Viveros Citation2016, 8).

Así también, Ochy Curiel advierte que buena parte de las apropiaciones y usos de este concepto, especialmente en espacios institucionales, pero también en las organizaciones, están pautados por la política de la identidad, que en un contexto de multiculturalismo liberal reformista asume clase, raza, género y sexualidad como diferencias y como identidades, pero no acompañan ni sus teorías ni su accionar con una reflexión sobre desigualdades estructurales que implica un horizonte de transformación más comprometido (Ibarra and Domenech Citation2022).

Es muy importante entonces tener presente tres riesgos cuando se usa este aparataje teórico: el de la institucionalización, la despolitización y su uso prescriptivo. En esta vía, Viveros (Citation2016) advierte sobre lo mucho que se pierde cuando este modo de pensar se separa de los movimientos sociales donde se produjo y de la facilidad con la que un marco tan interesante puede convertirse en un tropo vacío. Por eso, reafirmo la potencia que tiene identificar esta epistemología en las experiencias entrecruzadas de las personas concernidas.

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Notes on contributors

Franklin Gil Hernández

Franklin Gil Hernández Antropólogo, Doctor en Antropología, Magíster en Antropología Social. Profesor Asistente de la Escuela de Estudios de Género, Universidad Nacional de Colombia. Temas de investigación y consultoría: saberes sobre género y sexualidad; derechos sexuales y reproductivos; militancias sexuales y raciales; historia de la ciudad y sexualidad; aborto, género y derechos humanos; salud sexual y salud reproductiva; parentesco; discriminaciones raciales, sexuales y de género; relaciones raciales y racismo; relaciones entre género, raza, clase y sexualidad; género, sexualidad y deporte.

Notes

1. Este artículo se basa en resultados del proyecto de investigación ‘Personas afrodescendientes y negras en los sectores LGBT. Reflexiones políticas y experiencias entrecruzadas de género, sexualidad y raza.’ Código 47,775 Hermes. Se hizo en el marco de una colaboración con la Conferencia Nacional Afrocolombiana (CNOA).

2. Acudo a esta forma de enunciar este espacio político de forma provisional, reconociendo que existen diversas formas de nombrarlo, todas ellas con consecuencias teóricas y políticas y límites frente a lo que pretenden dar cuenta. Acudiré a esta formulación en general y a veces usaré ‘movimiento LGBT’ para señalar lo que a mi modo de ver es un espacio más institucionalizado, ver detalle sobre este uso en (Gil Citation2013).

3. Así como expliqué para el caso del movimiento LGBTIQ+, en este campo político también existen nombramientos diferenciados, y las disputas por el sentido que tienen dichas categorías son vigentes y el debate está abierto. En Colombia en relación con el reconocimiento étnico y racial existen para la población afrodescendiente las categorías de Negro, Afrocolombiano, Raizal y Palenquero (estás dos últimas no representadas en las entrevistas). Con esta fórmula busco reconocer esa diversidad.

4. A esta tarea contribuyeron Giselle Cervantes, Nacho Torres, Yadis Ramírez, Hader Viveros y Adriana Rodríguez Quiroz del equipo de CNOA. Para el caso de Cartagena Alí Majul fue asistente de investigación.

5. Según el Censo de 2005 los porcentajes de población afrocolombiana y negra son: Quibdó (95,7 per cent), Riohacha (12,2 per cent), Medellín (6,5 per cent) y Cartagena (36,1 per cent).

6. ‘Transformista’ puede ser entendido como la ‘persona que asume de forma esporádica y en situaciones específicas vestimentas, ademanes y roles tanto masculinos como femeninos en el ámbito de lo social, cultural o político’ (Secretaría de Planeación de Bogotá Citation2015, 51).

7. En el año 1985 Colombia creó 6 categorías de estratos para organizar viviendas y predios en relación con el acceso a servicios públicos y otras condiciones del entorno como equipamientos. Son categorías que pueden dar una idea aproximada sobre las clases sociales que en todo caso deben precisarse.Escoba vieja o con mucho uso.

8. Escoba vieja o con mucho uso.

9. ‘Me sollo’ es una expresión propia del contexto Caribe que en este caso significa exaltarse o envalentonarse para defenderse verbalmente sin inhibición ante una provocación violenta.

10. Por supuesto que existen personas negras y afrodescendientes que habitan en sectores medios y altos, aunque sea en menor grado. En ese caso, el prejuicio racista igual supondrá que no habitan allí, o que son empleadas domésticas o trabajadores manuales, pero esto es otro argumento, recordemos que las características sociales del grupo de entrevistados corresponden más a sectores populares.

11. Esta es una cuestión ya identificada antes no solo en el contexto colombiano, sino regional, y es lamentablemente vigente, aunque ha habido pequeños pasos para que esa situación cambie.

12. En otro trabajo muestro la forma en lo que esos repertorios racistas pueden excluir a las personas negras disidentes de la heteronormatividad del mercado conyugal (Gil Citation2008).

13. Este es un argumento que supera los alcances de este artículo. Al respecto, sugiero revisar lo que dice Oyèronké Oyěwùmí (Citation2017) sobre el género en la sociedad yoruba y lo que dicen diversos trabajos sobre la diversidad sexo-genérica en las religiones de matriz africana para el caso brasileño, estudiado por autores como Ruth Landes, René Ribeiro, Set y Ruth Leackock, Peter Fry y, Leão Teixeira y María Lina, entre otros (Ojeda Citation2021).

14. Autora que propone en el contexto feminista francés que las relaciones sociales son consubstanciales y co-extensivas, para agregar más categorías interesantes a este repertorio.

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